Mis pastillas para olvidar

 Me desperté toda transpirada, otra vez ese maldito sueño. 

¿Alguna vez me iba a dejar en paz?  Parecía que no había terminado. Se repetía en mi una y otra vez pero sobre todo en mis sueños.

Los días que amanecía así, no eran buenos días. Todo me parecía horrible, todo me fastidiaba. Tenía ganas de renunciar al trabajo, y quedarme viendo Netflix durante días enteros, comiendo chatarra, dulces, y todo eso rico en grasas.

Pero lamentablemente, no tenía alternativa, tenía que enfrentar el día, me vestí, desayuné, y tome mi tranquilizante. Por suerte hoy tenia terapia, eso me dejaba más tranquila. De camino al trabajo, repase mentalmente lo que le iba a contar a la psiquiatra sobre el sueño, y como altero mi estado de ánimo, y que por cierto no llego a condicionarme del todo, porque sabía que hoy tenía sesión, pero en otro momento, hoy seria un día perdido. 

Me costó llegar al horario del almuerzo, tuve que ir a buscar café como unas 4 veces y otras 5 hice que iba al baño, pero simplemente me encerraba ahí, contaba hasta 100 mientras hacía mis respiraciones, que la psiquiatra me había recomendado hacer.

Todos me miraban, era obvio que mi jefe le contó a alguien y ese alguien se encargó de divulgarlo. Odiaba que me miraran con lástima, odiaba que me trataran bien. Simplemente quería ser normal, que todo fuera normal.

Por la tarde, y como parte de mi tratamiento, me iba antes. Esa tarde y como de costumbre todos los jueves, pase por mi café con media luna, y casi llegando al consultorio, pedí un cigarrillo a un desconocido, creo que esto lo hacia mas difícil, y me fumaba un cigarrillo, o eso intentaba ya que largaba todo el humo, pero me calmaba, y era todo lo que necesitaba.

Salí de mi sesión hecha un moco, era inevitable,  es mi lugar de llanto controlado, ahí podía explotar mil veces que siempre quedaba ahí. Era como ese programa de la tele en donde mostraban esas implosiones programadas de los edificios antiguos, en donde al final todos aplaudían, pero en mi caso mas que aplaudir, me ganaba otra dosis de mis tranquilizantes.

Otro día más de rutina, llegaba a casa temprano, me prendía la tele, y cuando menos lo esperaba, ya estaba acostada para irme a dormir, y esperar que sea una noche sin pesadillas.

Esa noche, y por primera vez luego de lo acontecido, me olvide de sacarle el sonido al celular, asi que me despertó por la madrugada, y para mi no había nada peor que ese horario. Di varias vueltas sobre la cama, evitando mirar el reloj y aunque era inevitable, iba a estar despierta en el mismo horario, meses despues. 

Y de repente las imágenes vinieron a mi, como fotos, algunas borrosas, otras más nítidas, pero estaban ahi, en mi cabeza. Fui al frasco de mis calmantes, y me tome dos de golpe, mañana no me despertaba nadie, y faltar al trabajo, iba a ser un alivio.

Tenia media hora, hasta que hagan efecto, y ahi estaban, otra vez las imágenes en mi…

La salida del bar…maca muy borracha… dejarla en la puerta de la casa… ver que entraba… contar las cuadras a mi casa… el taxista que no hablaba… 

Que hagan efecto las pastillas, que hagan efecto….

Traba las puertas… envió mensaje con numero de la patente al grupo de las chicas… frena en una esquina…

Que hagan efecto las pastillas, necesito que hagan efecto las pastillas. 

Me acuesto, me tapo la cabeza, empiezo a cantar una canción de cuna, intento borrar esas fotos.

Dobla en una calle que no es… no puedo hablar, no puedo decir nada… me agarra las piernas… intento gritar… - grito en casa ahora!

Y todo es borroso de nuevo, y ya no se si estoy despierta, o estoy soñando. Al menos en los sueños puedo escaparme, al menos en los sueños me levanto y es de día, al menos en el sueño no estoy tirada en el piso, toda lastimada y llorando. En el sueño me encuentran, en la vida real no.





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